miércoles, 21 de noviembre de 2012

El viaje a China de Gracepower

-Pais: China
-Ciudades: Beijin, Xi’an, Shanghai, Hangzhou, Pingyao
-Fecha y duración del viaje: 24/07/2010 - 06/08/2010. 14 días
-Documentación necesaria: Pasaporte y visado. Consulado de China en     Barcelona. La estadía máxima autorizada es de 60 días.
-Idioma: Chino
-Moneda: Yuan
-Vacunas: Tifus, hepatitis A, gripe
-Electricidad y enchufeAlemania 220 V-50 Hz. Enchufes A, I y G.
-Diferencia horaria: Para consultar la diferencia horaria con tu país de origen, visita http://www.diferenciahoraria.info/


Gastos y preparativos:

• Avión

BCN-Roma-Beijing

Beijing-París-BCN

2000€ (cogido sólo un mes antes del viaje, cogido con antelación puede salir por la mitad o menos, también dependiendo de la época del año).



• Hoteles

Hotel Kapok Beijing: 50€/noche
Mercure Xian on Renmin Square: 60€/noche
Bund Riverside Hotel Shanghai: 75€/noche
YinHai Jinjiang Hotel: 50€/noche
Todos ellos son hoteles de 4 estrellas muy correctos.

• Trenes
A través de la web www.travelchinaguide.com
Beijing-Pingyao
Pingyao-Xi’an
Unos 150€, el doble de lo que valen, pero te ahorras las colas, el quedarte sin billetes o el disponer de literas blandas (las más buscadas).

• Vuelos internos
A través de la web www.elong.com
Beijing-Shanghai
Shanghai-Beijing
Unos 350€ para dos personas

• Seguro Columbus Direct: 114€

• Dinero en metálico para 2 semanas: 1000€= aprox.10000 yuanes .Con esto fuimos sobradísimos.

El sábado 24 de julio empieza nuestra aventura China. El vuelo con Air China no es especialmente cómodo, los asientos son pelín estrechos y la comida justita. Casi todas las pelis están en chino. Me sorprende el desayuno, puedes elegir entre bollería y zumo o fideos y arroz. Todos los chinos desayunan fideos o arroz, los occidentales croissant y zumo.

El trámite de entrada a China es similar al de Estados Unidos. Se rellena un documento informativo que posteriormente se entrega a la salida, foto y andando.

Ya estamos en China. ¡Qué emoción!

Cambiamos moneda (no se puede cambiar en España) y nos dan 4014Y por 500€. Buscamos el autobús con destino Xidan. Cuesta 16Y.

Nos deja en el centro cerca de nuestro hotel. El calor es tremendo…Hacemos el check-in y revisamos nuestra habitación. Muy bonita y muy equipada. Soltamos el equipaje, nos ponemos cómodos…y a explorar Beijing.

Mapa en mano nos dirigimos hacia la calle Wangfujing, una de las principales arterias de la capital. De camino nos topamos con el mercado de comida callejero, el mercado de Donghuamen. Impresionante, asombroso. No sabe uno a dónde mirar. Decenas de puestos con los más exóticos productos se alinean a nuestra derecha. Ruidosos comerciantes que nos invitan a degustar sus manjares. Escorpiones, larvas, gusanos, estrellas de mar, corazones, serpientes y bichos varios se exponen ante nuestros atónitos ojos. Zumos de colores extraños, brebajes que echan humo cual calderas de un volcán, pinchos de carne y un sinfín de extraños productos listos para llevar. El miedo a ponernos malos el primer día, que no la curiosidad, hizo que no probáramos nada.


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Finalmente llegamos a la calle Wangfujing. Repleta de chinos, tiendas, colores y sonidos. En uno de los laterales de la calle observamos una entrada con un pórtico típicamente chino y muchos farolillos rojos. Allá vamos. La entrada desembocaba en unas callejuelas estrechas o hutongs con múltiples puestos a cada lado: comidas, máscaras chinas, camisetas, juguetes, abanicos, artículos variopintos, infinidad de artilugios. Ya estamos en China.El espectáculo es maravilloso, nunca había estado en un lugar semejante, tan variopinto, tan singular y tan diferente. Cientos de chinos a nuestro alrededor, mucho ruido, muchas voces, mucha vida, y nosotros, en medio, con cara de embobados, como Paco Martínez Soria llegando a la gran ciudad. Un paraíso para los sentidos.

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Después de dar una vuelta y alucinar con todo nos metemos en un restaurante muy típico, lleno de chinos, y yo, traductor en mano me dispongo a pedir la cena. A duras penas nos entendemos pero la amabilidad de la camarera hace posible degustar dos estupendas cervezas Tsingtao, empanadillas chinas y noodles con sopa. Nos desenvolvemos bien con los palillos a pesar de la atenta mirada de los chinos del local que no nos quitan ojo. Una estupenda comida por 45Y (unos 4€ y medio).

Después de la cena continuamos calle abajo hasta llegar a la plaza de Tiananmen. 

La Plaza de Tiananmen o Plaza de la Puerta de la Paz Celestial, fue construida e ideada dentro del plan urbanístico de la capital de China, con la creación de la República Popular de China en 1949, convirtiéndose en símbolo de la nueva China.

Se ubica en el centro geográfico y político de la capital china, sobre la Meseta de Loess, la plaza de Tiananmen es la más grande del mundo, con 880 metros de norte a sur y 500 metros de este a oeste, con un área total de 440.000 metros cuadrados.

Impresiona. La había visto montones de veces en televisión, pero allí, de noche, iluminada, inmensa, bajo la atenta mirada de Mao, resulta muy emocionante.


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Es nuestra primera tarde en Beijing y todo nos parece alucinante. Cansados de tanto avión y emociones nos vamos para el hotel a descansar. Mañana hay que seguir explorando la ciudad.

Nos levantamos temprano, desayunamos abundantemente en el buffet del hotel y salimos con nuestras mochilas rumbo al parque Jingshan. Este parque, con maravillosas vistas de Pekin y de la ciudad Prohibida, es el parque donde muchos chinos van a realizar sus ejercicios matinales. Chinos de mediana edad y muchísimos ancianos practicando tai chi, yoga, juegos de pelota y bailes de salón en un ambiente de lo más jovial. Da gusto verlos. 

Tienen una flexibilidad que ya quisieran muchos de mis amigos treintañeros y se lo pasan en grande. Las mujeres llegan con sus carritos de la compra, los dejan a un lado y se juntan con sus amigas a hacer gimnasia. Nada de chándal, bambas con cámara de aire, ipods o pulsómetros sofisticados. Nada de macrogimnasios con máquinas imposibles. Un parque, tus amigos, mucha voluntad y mucha alegría. Ya quisiera yo ver esas caras cundo voy al DIR.



Después de visitar el parque nos vamos a la Ciudad Prohibida .La entrada para dos personas son 120Y (12€). La Ciudad es inmensa. Es el conjunto de edificios antiguos más extenso y mejor conservado de China. En ella vivieron dos dinastías de emperadores, los Ming y los Qing. Infinidad de puertas y salas con inspiradores nombres: puerta de la Armonía Suprema, de la Pureza Celestial, la Armonía Preservada. La ciudad estaba literalmente invadida por chinos .A penas occidentales. Los chinos hacen turismo patrio y lo invaden todo con sus voces. Son alocados y desordenados. Imprevisibles. Grupos de mayores, familias, colegios…cientos de chinos visitando la Ciudad. Y un calor extremo. Las manchas de sudor de mi camiseta son como las de de Michael Scofield de Prison Break cuando estaba en la cárcel de Sona. Perpetuas. Unas manchas que nos acompañan a todas horas y en todas las fotos.

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Después de visitar la Ciudad nos dirigimos hasta el Templo del Cielo, todo un símbolo de Beijing y excelente modelo de diseño Ming. Y aquí ante la atenta mirada de cientos de chinos, que para variar no nos quitan ojo, realizo una magnífica acrobacia digan del Cirque de Soleil. Bajo las escaleras del templo de culo, mucho más original que a pie, y mucho más doloros también. Se me rompe el pantalón justo por la raja del culo, genial, me tapo como puedo con la mochila y me levanto en plan “estoy bien, no ha sido nada”. El morado del tamaño de un puño me acompañará todo el viaje.

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Mis andares renqueantes nos hacen irnos un ratito al hotel a reponer fuerza y coser los pantalones. Para ir al hotel decidimos coger un autobús que tenía su origen al lado del Templo. Numerosos chinos se van acercando y acumulando en la parada del bus. Cuando este llega asisto a un espectáculo digno de “Videos de Primera”. No os podéis imaginar cómo suben los chinos a un autobús con tal de pillar sitio. Si te pillan en medio te matan. Te tienes que reír por fuerza, no lo había visto en mi vida, mira que son impacientes!



Después de un merecido descanso nos vamos hacia el Lago QianHai para vsitar algún Hutong. Los Hutong son los antiguos callejones de Beijing donde todavía vive una cuarta parte de la población. Callejuelas estrechas donde contemplar la vida china tradicional.

Para tal menester y no sin antes regatear alquilamos un servicio de ciclotaxi. Un amable chino en bicicleta con un habitáculo para dos en la parte trasera que nos paseó por los hutong por 10€. No sé si caro o barato, pero la verdad que el hombre hacía un verdadero esfuerzo transportándonos y yo sufría sólo de verlo. Los hutongs resultan misteriosos pero parecen esconder mucha vida en su interior. Hombres jugando a cartas en la calle, niños lavándose en un barreño, ropa tendida, historias de cada día a plena luz.


Tras nuestro paseo nos dimos una vuelta alrededor del lago. Una zona encantadora, bohemia, donde se mezcla la tradición de sus tiendas y callejones con la modernidad de sus bares de karaoke que invitan a mojitos y cervezas.

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Por supuesto, caemos en la tentación y nos tomamos nuestra cervecita con vistas al lago mientras una encantadora china entona canciones melódicas al piano. Una gozada.

Después cena a base de arroz, empanadillas, pato con sésamo y una especie de tortas de pan bastante buenas. Y así, damos por finalizado otro estupendo y caluroso día en Beijing.

Hoy iba a ser un gran día. Teníamos que conocer una de las maravillas del mundo: la Gran Muralla China. Nos dirigimos hacia Tiananmen para investigar los autobuses turísticos que hacen el recorrido hacia la muralla. No nos convencen. Demasiadas horas y demasiado estructurado. Queremos ir por libre. 

Vemos una simpática china limpiando su taxi y le pregunto: do you speak english? ( “pa qué” pregunto),la mayoría de chinos no hablan inglés y si te dicen “a little” tómatelo al pie de la letra, saben de dos a cinco palabras. Mi china por supuesto me mira con cara de flipada, eso sí, muy sonriente y se muestra solícita a llevarnos a dónde le pidamos. Le digo que queremos ir a la zona de Badaling, no me entiende, repito como un loro Badaling 20 veces a ver si se familiariza…al final me salta: Bataling! (acabáramos, que se dice con T, ya podía yo insistir….. )Le intentamos explicar cómo podemos que queremos que nos lleve a la muralla, se espera allí y luego nos traiga de vuelta a la ciudad. No hay manera. Los tres nos miramos con desesperación. Ella habla en chino, nosotros en español, los tres sabemos lo que queremos pero no nos aclaramos. Saco mi libreta y dibujo un cochecito y una murallita y unas flechas de ida y vuelta. ¡Vamos avanzando! La chinita dice que sí y nos montamos. Pone el taxímetro (menos mal) y en marcha. El trayecto es de hora y media. Una vez en el parking le decimos a la china que volveremos en tres horas más o menos, todo esto por escrito en la libreta, y parece que lo pilla .Así que la dejamos allí y nos vamos hacia la Gran Muralla.



Que en China hay muchos chinos, es obvio, pero a que no sabéis dónde están todos los chinos. Pues sí, visitando la Muralla, que para eso es suya. El calor ese día era espectacular. Ya sudo hasta por los ojos y la murallita se las trae. A ratos empinadísima con un terreno bastante irregular. Y nosotros, los listos, sin agua.

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Hacemos un recorrido de dos horas y media y ya no podemos más….eso sí, en lo alto una chinita nos graba unas medallas de oro a modo de medalla olímpica con nuestros nombres y la frase: I have climbed the Great Wall. Chulísimas.



Bajamos para el parking y nuestra chinita nos recibe sonriente. Nos montamos y nos lleva de vuelta a Beijing. Total del trayecto de cinco horas y media, 50€.Valió la pena.



De vuelta por la zona de Quianmen decidimos ir a buscar un famosos restaurante de pato pequín que recomendaba la guía .La verdad es que es muy caro para ser Beijing, 17€ dos platos y nada del otro mundo.

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Después de comer decidimos hacer un primer acercamiento al mercado de la seda para ver cómo se nos dan las compras. Aviso: hay que tener mucha paciencia para aguantar a todas esas chinas gritando y agobiando. Te cogen, te siguen, te estrujan el brazo, te dan golpes. Saben con solo mirarte de dónde eres y lo que estás buscando. Son más listas que el hambre. A mí se me iban los ojos detrás de los bolsos y las muy ladinas lo sabían y hacían todo lo posible por meterme en sus tiendas. Sales de allí con la cabeza loca. No compramos nada ya que aún nos quedaba mucha ruta y los últimos días volveríamos a Beijing y aprovecharíamos para comprar.



Por la noche cenamos en un McDonald’s cerca del hotel. Dos menús gigantes 4,5€, qué maravilla!

Hoy no madrugamos mucho, teníamos que dejar el hotel a las 12 y a las 5 irnos rumbo a la estación, así que nos tomamos la mañana de relax. El calor era especialmente insoportable así que nos metimos en un centro comercial para disfrutar del aire acondicionado. 

A la hora de comer nos decidimos por un restaurante muy mono con barbacoa. En las mesas había una especie de brasero para que cada uno se hiciera sus manjares al gusto. El tema vino cuando vimos los “manjares”. La carta disponía de una amplia gama de carnes a la parrilla, especialmente perro. Perro a la brasa, con chile, salteado…menos mal que la carta estaba en inglés, porque aunque me da asco hasta de pensarlo, había platos que no tenían mala pinta…sería perro pekinés? Qué mal rollo…Total, que me dio bastante asquillo el tema y me pedí calamares. Mi novio se pidió alitas de pollo, que como los perros aún no vuelan, supusimos que sí eran de pollo (o murciélago ).Nos pusieron un montón de pequeños platillos de aperitivo con un sabor bastante raro.

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Hacia las cinco de la tarde fuimos tirando hacia la Beijing West Station. Al llegar a la estación te quedas literalmente flipado. Ni la estación de Sants, ni la de Atocha, ni Grand Central, ni nada que se le parezca. No hay nada comparable con la inmensidad de esta estación y con las miles de personas que allí se concentran. Nos miramos acojonados. Billete en mano miramos los paneles para buscar la vía de nuestro tren hacia Pingyao. La encontramos y nos vamos hacia la “cola”. Pero los chinos no hacen cola, se van amontonando tal cual llegan, sin ton ni son, plantando a tu lado infinidad de paquetes, cajas, niños y bultos varios.



No hay aire acondicionado, el calor es sofocante, el ruido tremendo. Un follón de tres pares! Anuncian nuestro tren y ponte a correr porque los chinos te arrastran a su paso, o corres o te quedas atrás o te chafan, elige. Llegamos al tren, subimos y buscamos nuestro compartimento. Me quedo un poco de piedra. Esperaba otra cosa. Había leído que el compartimento de literas blandas era el guay, tela marinera, pues si ese era el guay cuál era el otro. 



Feo a reventar, con unos visillos encima del asiento sin ningún sentido. Un florero azul celeste con una rosa de tela de esas de los veinte duros y un termo para hacer té .Encima de las literas unos edredones de color “gris perla tirando a gris marengo” (dícese de los que en su día fueron blancos pero mutaron por falta de lavado) y unas almohadas ad hoc. Tremendo. Me hago a la idea de que tengo que dormir allí y punto. ”Esto me hará fuerte”, pensé. Mientras vamos viendo pasar decenas de chinos ruidosos por el pasillo.



La verdad es que al principio flipé:


Llega la segunda incógnita: quienes serán nuestros compañeros de “celda”? De pronto aparece una chica pelirroja que nos dice “Hello” y nos pregunta por el nº de compartimento. Sí, es nuestra primera inquilina. Mindy, una joven americana afincada en Osaka, que con 26 años y ella solita está recorriendo China y Vietnam. Con un par. Empezamos a hablar animadamente y aparece el cuarto componente del equipo. Un chino, joven, arregladito y que habla inglés. Qué maravilla! El chino se llama Fang Shu, él dice que para nosotros David, mejor.

Estuvimos unas 4 horas hablando sin parar de nuestros países, nuestras costumbres y nuestra vida. Y por primera vez, me sentí viajera, integrada en el entorno, conociendo gente de otros mundos, inmensamente feliz. Es lo bueno de viajar por libre, que haces amistades con gentes del lugar y no con los de tu grupo, por muy simpáticos que sean…

Antes de dormir, ya no podía más, tuve que ir al lavabo. Para entrar al lavabo hay que coger aire, sonreír y repetir “no hay dolor, no hay dolor”. Huele como si todo el tren hubiese cenado espárragos, no sé si me entendéis, tremendo. Y tus zapatillas van pisando charquitos, un gustazo.

A las 12 cerramos el compartimento y a “dormir”. Yo llevaba un enorme foulard en la maleta y me tapé con él para no rozarme con los edredones gris perla. A media noche el aire acondicionado estaba a tope así que me eché el edredón por encima. No dormimos mucho. El tren hace muchas paradas y arranca muy bruscamente, pero bueno, alguna cabezadilla dimos. A las 6 y media sonó la alarma del móvil. Estábamos a punto de llegar a Pingyao.

Nos despedimos de nuestros compis y emprendemos la visita a Pingyao.



Pingyao es una ciudad china en la provincia de Shanxi. Se encuentra a mitad de camino entre Pekín y Xi'an y a 80 km de la capital de la provincia, Taiyuan. La ciudad se fundó en el siglo XIV y mantiene buena parte de la arquitectura original de las épocas Ming y Qing. El casco antiguo está rodeado por una muralla de 6 km de longitud y 12 m de altura con seis puertas y unas setenta torres de vigilancia.



La Ciudad vieja de Pingyao fue declarada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1997, e incluye además de las murallas y la ciudad intramuros, los templos de Zhenguo y Shuanglin, ubicados extramuros.



Para no cargar con las maletas, ya que esa noche cogeríamos otro tren, entré en un hotel y les pregunté si nos las guardarían. Ningún problema, 2 euritos y solucionado. Las afueras de Pingyao son bastante cutres, suelo sin asfaltar, solares. Eso sí, estarán acostumbrados al turismo, pero se te quedan mirando como si fueras de otro plantea. Éramos la atracción de la calle.


Poco a poco vamos llegando a las murallas de la ciudad que esconden su verdadero tesoro. Pingyao es un pueblo precioso, de calles tranquilas, pequeños comercios y restaurantes. Infinidad de farolillos rojos, artesanos del calzado, gente sencilla .Hombres sentados en la calle jugando a cartas, señoras sentadas en su portal viendo la vida pasar, niños jugando con simples artilugios, carros, bicicarros, mujeres haciendo la colada en un barreño. Una vida asbsolutamemte slow. Nos miran y nos sonríen, descubro miradas afables, humildes, de las que ya no quedan ni en los pueblos de España. Gente amable, acogedora, hospitalaria. Un lugar absolutamente encantador.

El calor en Pingayo no es húmedo pero es abrasador. Te sientes arder. Mientras vamos paseando vamos haciendo paradas en bares de hostels para tomar unas cervezas fresquitas. Para comer elegimos un restaurante recomendado en la Lonley, Dejuyuan, con especialidades locales. Arroz frito, noodles con patatas y dos cervezas, 3 euros. Son muy amables y el lugar es muy bonito.

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Al poco rato de estar en el restaurante se va la luz. La dueña nos explica que es por los aires acondicionados, la infraestructura no aguanta y suele pasar. Lo más probable es que no vuelva hasta la noche.



Pasamos la tarde paseando y hacia las seis nos vamos hasta la estación

Esta noche era la súper prueba del “chino tres minutos”. Desde España reservé los billetes de Pingyao a Xi’an. Este tren no tiene origen en Xi’an sino que viene desde Taiyuan. Al no pasar la noche en Pingyao no me los pudieron traer al hotel y me enviaron unas fotocopias por fax. La chica de la agencia me explicó que un chino, que no habla inglés, se subiría en Taiyuan con nuestros billetes y en la estación de Pingayo me encontraría con él y me los daría. Eso sí, me repitió varias veces, el tren sólo para en Pingyao tres minutos. Es el tiempo que tienes para encontrar tu vagón y hacer el intercambio con el chino. A ver, esto visto así, desde España, se te hace raro. ”O sea, he quedado en un pueblucho de China con un chino que no conozco, y todos son iguales, que vendrá con mis billetes y tengo tres minutos para encontrarlo” .Mi propio Pekin Express!



Entramos en la estación de Pingyao, es pequeña y calurosa. Como no, repleta de chinos. A medida que se acerca la hora nos vamos poniendo nerviosos…podremos pasar al andén con unas tristes fotocopias? Habrá pillado el chino el tren? Nos encontraremos? Quince minutos antes de la salida se anuncia el tren en el panel. Conocedora ya a esas alturas que los chinos no respetan las colas y que se apiñan como locos delante de la puerta…agarro las 2 maletas, me levanto como una bala y me planto la primera haciendo frontera con el equipaje. Me coloco toda ancha en plan segurata, brazos en jarra y toda tiesa. A ver quien tiene coj…. de colarse!



Se abre la puerta y enseño las fotocopias. Nos dejan pasar, uf! Primer paso. Ahora a calcular dónde parará el vagón nº 7.La revisora se acerca y le pregunto: number 7? Pega un grito: “Number seven! Follow me! Y en esto aparecen más extranjeros. Todos los guiris vamos en el 7.La estación está oscurísima, ni una luz. A lo lejos se ve el faro del tren, se acerca, se para y de repente baja un chino que me endiña un fajo de billetes de tren de cartón forrados con celofán. Vaya, que me da todos los billetes de los guiris para que reparta. Corriendo busco los nuestros y le paso el fajo a los de detrás mio. Subimos al tren. Tan feo como el de ayer. En nuestro compartimento ya había un inquilino. Una chica china que nos saluda y nos sonríe. No habla inglés.

A continuación a parece un señor francés muy majo que viaja con su familia. Así que ya estamos como en el chiste: un chino, un francés y un español . El francés habla inglés y chino, así que habla con la china y con nosotros y nos va traduciendo. Una caña. Otra noche de auténticos viajeros. Charlamos un rato y a las 11 a dormir. Duermo más que la noche anterior.

A las 6:45 nos despiertan. Falta poco para llegar a Xi’an. Nos levantamos y nos adecentamos. Ya llevamos dos días sin ducharnos ni cambiarnos de ropa. Me siento pelín guarrilla pero es lo que hay. Por suerte esta noche toca hotel y ducha!!!!

Nos despedimos de nuestros compañeros y emprendemos la marcha hacia el centro de Xi’an. El calor es brutal. Cada día hace más calor en China. Sudamos como pollos.



Nos costó un poquito encontrar el hotel pero finalmente llegamos. Está en una zona residencial muy bonita. Las habitaciones normales estaban todas llenas así que nos dan un upgrade y nos colocan en una suite. En nuestro premio de recompensa por haber superado la prueba del chino 

Nos pegamos una súper ducha y nos ponemos ropa limpita. Qué gusto!



Mapa en mano nos vamos a visitar la Torre de la Campana y el Barrio Musulmán. Vamos parando en centros comerciales y tiendas. No hay quien aguante el calor! No es exageración, es que el calor en China es bestial, no paras de sudar ni un segundo. Te sudan sitios que no te imaginabas que pudieran sudar. Os lo juro, increíble.

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Visitamos la Torre y nos vamos para el Barrio Musulmán. El barrio es impresionante. Chinos musulmanes, con túnicas, chinas con velos, puestos de frutos secos, comidas varias, carnes secas invadidas por moscas, muchas bicicletas, cachivaches varios. Un mercadillo sorprendente de colores, olores y personajes variopintos. Al más puro estilo musulmán, tienen hasta zoco. Por cierto, muy recomendable para hacer compras. El regateo es fácil y son muy amables.

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De vuelta al hotel paramos en una tienda de deportes que parece ser muy famosa en China. Hay un montón de anuncios en el metro y en las calles. Es la tienda Li Ning. Me compro unas zapatillas muy chulas por poco dinero.



Para cenar escogemos una especie de fast food chino. Dos platos de arroz, dos de sopa y dos coca colas, 2€. Para variar no paran de mirarnos… 



Nos vamos para el hotel a descansar. Mañana nos vamos a ver los Guerreros de Terracota.

Después de un abundante desayuno buffet nos vamos hacia la estación de trenes para buscar el autobús 306 que nos llevará hasta los guerreros de terracota.



Como cualquier estación china, está a reventar. Gente comiendo, durmiendo en el suelo, corriendo…un show. Vamos hacia la terminal de autobuses y divisamos la cola del autobús 306.Curiosamente los chinos están haciendo cola .Nos montamos. Son todo chinos menos un chico rubio y nosotros dos. Una especie de azafata pasa por el autobús dando los tiquets y cobrando. Son 14Y los dos por 40km de viaje, un chollo!.



El viaje hacia los guerreros es espectacular, no por el paisaje, si no por las barbaridades que puedes contemplar en la autopista. Si eres miedoso mejor no mires. Allí cada unos va a su bola, se saltan la continua, la doble continua, van marcha atrás en la autopista, no paran de pitarse unos a otros. Digo yo que estarán acostumbrados porque la mitad de los chinos del autocar iban sobando tan tranquilos.



Llegamos a los Guerreros. No sé si había dicho que en China hace calor , pues aquí más. Sacamos la cámara para grabar y se empaña toda la lente. Me caen unas gotas como puños.

La entrada a las fosas vale 90Y cada uno más 5Y que pagamos para que nos acercaran en unos cochecitos eléctricos, porque desde la entrada hasta las fosas hay una caminata y el calor era tan bestial que mejor que nos llevaran sentaditos y aireados. Los chinos que no están viendo la Gran Muralla están viendo los Guerreros de Xi’an, así que no esperéis estar solos en ningún momento. Y que sepáis que mientras os hacéis la típica foto para que se vean los guerreritos por detrás….un simpático chino pasará por delante justo en ese momento.

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Os recomiendo empezar por las fosas dos y tres y dejar la uno, la más espectacular y la que habréis visto en guías y televisión, para el final. Dentro de las fosas no hay aire acondicionado. No os lo explico para que no cojáis miedo 



Dentro de la primera fosa presenciamos otra escena digna de Videos de Primera. Las fosas son como museos y están acondicionadas como tal y he de decir que muy limpias. Pues bien, os pongo en situación: pareja joven, bebé en brazos de un añito más o menos, al niño le entran ganas de hacer caquita, no lleva pañales. No hay problema. Cogemos al niño en brazos, lo espatarramos y que cague en el suelo del museo. Faltaría más! No va a estar la criatura aguantando todo el día. Luego lo limpiamos con papel de periódico como las cacas del perro y andando. Para qué vamos a buscar un lavabo… 

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Después de la visita comimos en un KFC justo al lado del recinto y cogimos de nuevo el autobús 306 rumbo al centro de la ciudad. Como el bochorno era de película nos quedamos en el hotel descansando hasta bien entrada la tarde.



Por la tarde fuimos de nuevo hacia el barrio musulmán. Hay muchísimo ambiente. Luces y colorido impresionante. El cielo abarrotado de largas cometas chinas con formas de dragones y libélulas. Un paisaje precioso. Al lado de la Torre de la Campana buscamos un restaurante típico especializado en empanadillas. Comimos 8 empanadillas de cerdo, 8 de gambas y tres cervezas por 8€. Todo muy bueno. Dentro del restaurante tampoco hay aire, estos chinos son la bomba, y tampoco servilletas. La gente viene con las servilletas de casa y nosotros sacamos nuestros pañuelitos de papel.

Tras la cena dimos una vuelta por el mercadillo. Nos encantó la noche en Xi’an, un paisaje mágico.

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Mañana nos vamos para Shanghai...

Nos levantamos a las 6, desayunamos y nos vamos hacia la puerta del hotel a pillar un taxi hacia el aeropuerto. Le digo al taxista que ponga el taxímetro y me dice que OK pero no muy convencido. A los 2 minutos nos enseña 120Y queriendo decir que era lo que nos quería cobrar por llevarnos al aeropuerto. Le decimos que no, que si no pone el taxímetro nos bajamos. Ok, lo pone. Pero los chinos son como son, “que queréis taxímetro? Pues vale, os voy a dar una vuelta por Xi’an que vais a flipar!” Nos metió por las zonas más chungas de la ciudad, luego tiró por una autopista de peaje que tuvimos que pagar nosotros y acabamos pagando los 120Y. Y no puedes hacer nada porque cómo no sabes por dónde es, ni lo que se tarda ni nada, pues ajo y agua. 



Nuestro vuelo de China Southern Airlines salió con una hora de retraso la cual nos tuvieron dentro del avión sin aire. Impresionante. Menos mal que luego la comida estaba buena y les perdoné .



Aterrizamos en el Pudong Airport y nos fuimos hacia el Maglev o tren de levitación magnética. Cuesta 5€ por persona.



Este método tiene el potencial de ser más rápido, silencioso y suave que los sistemas de transporte colectivo sobre ruedas.Alcanzó los 430km/h. En un momento te plantas en el centro de Shanghai. Cogimos la línea 2 de metro hasta Nanjing Road y fuimos a buscar nuestro hotel. De estilo setentero, el más feo de todo el viaje y el más caro. Con el tema de la Expo todos los hoteles estaban carísimos.


Después de un breve descanso nos dirigimos hacia Nanjing Road, la calle de tiendas de Shanghai. Hay un bullicio impresionante. A cada paso nos asaltan con “watches, bags, t-shirts”. Me parto con las chinas que me ofrecen bolsos de “Cuchi y Plada”. ¿tanto se me nota que soy una fashion-victim?

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Caminando llegamos a People’s Square, un parque donde los chinos pasean, descansan, juegan y charlan animadamente refugiándose del calor bajo algún árbol.

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Paseando de nuevo por Nanjing Road nos encontramos con Julian Beever es.wikipedia.org/wiki/...an_Beever, un tipo que dibuja en el suelo con efecto 3D. Al vernos se dirigió a nosotros, ya que los chinos no se enteraban de nada, y se ofreció para hacernos esta foto.

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También nos encontramos con Bruce Lee.



Cuando ya está anocheciendo nos dirigimos hacia el puerto para ver la zona del Pudong con todos sus rascacielos y las famosas torres de la Perla de Oriente y Jin Mao. Los chinos que no están en la Muralla y en los Guerreros de Xi’an, están haciéndose fotos en el Pudong .Pero aquí hay sin dudarlo más chinos que en ningún sitio. La sensación es la de andar en medio de una manifestación. Si te pone nervios@ la gente, no vengas a Shanghai…En serio, es una ciudad de locos. Para hacerte las fotos en el rio y los rascacielos al fondo te tienes que abrir paso entre cientos de chinos y empujarlos hasta hacerte hueco. Ellos hacen lo mismo y además no se enfadan lo más mínimo, siempre sonríen, así que a empujar a saco.

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Nos costó pero conseguimos hacer unas cuantas fotos sin ningún chinito a nuestro lado. Un show.

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Cruzamos por un lateral del rio y nos fuimos a cenar a un restaurante que en principio tenía muy buena pinta pero resultó ser el peor del viaje.”Seagull on the Bund”, no vayáis, un servicio patético. Pido Coca Cola y me la traen caliente, me dice que no hay fría. Pido una botella de agua y me traen un vaso de agua del grifo hirviendo con un color turbio extrañísimo, hasta la china se la miraba . Un desastre.



Atravesamos otra vez las hordas de chinos que hay entre el Pudong y Nanjing Road y nos vamos al hotel a dormir.

En nuestro hotel de hoy no entra desayuno y nos vamos prontito a buscar una cafetería. Nos encontramos con una bastante mona y con un amplio surtido de bollería con muy buena pinta. Me atiende una chinita muy jovencita que sonríe alegremente. Le pido un zumo de naranja (en inglés), no me entiende, me señala el té de naranja y le digo que no. Estamos un rato a ver si se “cosca”. No hay manera . Le pido un cappuccino y le digo que pase del té. No le queda claro y me pregunta si me pone el capuccino o no . Le digo que sí. Nos vamos a la cola de los cafés y venga esperar, enseñamos el ticket al chino y nos dice que ahí no hay ningún café. Vuelvo a por la china a pedir el café y saco mi librito de traducción. Le señalo en chino el zumo de naranja y me vuelve a ofrecer el té. “. A punto estuve de tener un momento “Alazne” de Pekín Express . Y lo que más te crispa es que la china no deja de sonreír ni un momento, si es que es maja “la jodía”!



Los chinos hacen cosas a las cuales aquí no estamos acostumbrados. Mientras mi novio hace cola por segunda vez para el café yo le espero en la mesa. Mientras espero, se me sientan varios chinos en la mesa. Primero una señora con un montón de bolsas de la compra, se me sienta en frente en plan “amigas”. Le señalo a mi novio para hacerle ver que el sitio está ocupado y me sonríe, como no, la sonrisa que no falte. Descansa un poco y se va. Aparece un viejo y se sienta. Flipo. Descansa un rato y se va. Aparece un vagabundo, se sienta ¡ y se me pone a hablar! Pero a ver, alma de Dios, ¿tú nos has visto que no tengo los ojitos “rasgaos” sino que tengo dos avellanas? ¿no te das cuenta que no te voy a entender? Me levanto y pillo otra mesa. Son la leche 



Necesitamos relax y nos vamos hacia los jardines de YuYuan en la parte vieja de Shanghai.

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El Jardín Yuyuan es uno de los jardines más famosos de China. Fue diseñado durante la dinastía Ming. En 1982 fue declarado monumento nacional. El parque ocupa unas dos hectáreas y contiene los elementos básicos de la jardinería china. Combina los pabellones y estanques con una variada vegetación. Es muy bonito y está repleto de animados chinitos haciéndose fotos (y pasando por delante cuando haces las tuyas

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Después de la visita seguimos de nuevo hacia Nanjing Rd. y comemos en un Pizza Hut. Baratísimo! Nos vamos hacia el hotel a descansar y les preguntamos si nos pueden conseguir tickets de tren para ir a Hangzhou. Sin problemas. Nos piden los billetes y nos dicen que en un par de horas los tendremos en el hotel. Nos cobran una pequeña comisión. Vale la pena que hagan ellos la gestión y no tener que ir a la estación a hacer la cola, y más sabiendo cómo son las estaciones chinas…



Después de un breve descanso nos vamos de nuevo hacia la zona del Pudong para coger el túnel panorámico que atraviesa el río de orilla a orilla. Cuesta 50Y cada uno ida y vuelta. Es la típica horterada china de luces y colores pero hay que verlo.



Damos una vueltecita por la otra orilla y nos ponemos a buscar un restaurante que recomienda la Lonley Planet….y que ya no existe. Hartos de andar nos vamos a lo seguro. Un McDonald’s. Cenita y a dormir.

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Nos levantamos prontito, a las 6 de la mañana y nos vamos hacia la estación de tren para ir a Hangzhou. El trayecto a Hangzhou dura 2 horas.

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Al subir al tren, nosotros, tal como estamos acostumbrados, fuimos a buscar nuestros asientos ya que estaban numerados. Los chinos pasan de la numeración y me encuentro a una pareja sentada en nuestro sitio. Le enseñamos los billetes y me dan a entender que da igual, que nos sentemos en otro sitio y nosotros insistimos en que no y punto. Al final se levantan y se sientan delante. 

Ni cortos ni perezosos, nada más arrancar el tren, sacan una sandía enorme se la parten por medio y ala, a cucharadas. Lo mejor fue cuando empezaron a sorber el caldo, se les oía...vamos, alto y claro 

Hangzhou, capital de la provincia oriental china de Zhejiang, está considerada como un "paraíso en la tierra", y es famosa por su hermoso paisaje. 

Marco Polo la visitó durante la dinastía Yuan (1171-1368), y la alabó como "la ciudad más magnífica del mundo". 



Una vez en la estación cogemos el autobús K7 que por 4 yuanes cada uno nos lleva hasta el templo de Lingyin.



El Templo Lingyin se construyó en 326.Es el templo de mayor proyección en las provincias al sur del río Yangtsé, y uno de los templos budistas más conocidos del país. En la temporada más concurrida, recibe a más de diez mil visitantes al día. La estatua dorada de Sakyamuni en el Salón Principal mide 24,8 m de alto y es el mayor buda sentado de madera. De camino al templo vamos bordeando el lago de la ciudad. El Lago del Oeste es la principal atracción de Hangzhou, alrededor de la que se concentran la mayoría de sus puntos turísticos. En China hay 36 Lagos del Oeste, pero el de Hangzhou es, con diferencia, el más famoso. Es un pueblo muy bonito.

El templo está lleno de budas excavados y de chinos, como no. Nos paramos en un puesto de incienso para llevarnos algunos paquetes para casa y para hacer alguna ofrenda. Me hizo mucha gracia el tema de la ofrenda. Tienes que quemar los palos en una especia de pebetero con una gran llama, luego hacer tres reverencias hacia el templo y tirar los palos en una urna enorme llena de fuego y cenizas. Hay un montón de humo pero huele genial.

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La verdad es que es una visita muy interesante y los budas son preciosos y enormes.

Después de visitar el templo vamos bajando por el borde del lago y paramos a hacernos algunas fotos.

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El calor es asfixiante. Divisamos un Pizza Hut y allí vamos de cabeza. Las chicas del pizza Hut nos miran como si fuésemos Brad y Angelina. Increíble. No dejan de mirarnos y de sonreír todo el rato. Os pongo en situación: yo voy sudada, visiblemente sudada, con mi coleta y mi pelo "to pegaito" a la cara, sin pintar. Voy para el lavabo, oigo un sonoro suspiro y una de las camareras le dice a la otra, mirándome, "es tan mona!". A ver, chinita, qué te has fumao? está claro que les hacemos mucha gracia los occidentales.

Cogemos de nuevo el K7 para ir hasta la estación. 



De vuelta a Shanghai nos fuimos de paseo por Nanjing Road. Encontramos un restaurante en un centro comercial especializado en empanadillas. Buenísimas!!!! Nos pedimos un cesto con 10 empanadillas para los dos. Los chinos se comen las 10 por persona. Comen bastante pero están todos delgadísimos, no ves ni a un gordo.



Nos vamos a dormir prontito porque mañana nos vamos de nuevo a Beijing.

Nos levantamos pronto y cogemos de nuevo el metro y el Maglev para llegar al Pudong Airport.

Aterrizamos en Beijing y vemos el cielo muy gris. Está lloviendo bastante. Sorprendentemente, al bajar del avión, hace frio. Ni gota de humedad. Una temperatura genial que nos acompañará durante los siguientes dos días.



Llegamos al centro de la ciudad y buscamos nuestro hotel. Una maravilla. Un montón de detalles. Para deciros que a media tarde entra el servicio de habitaciones para colocarte una alfombrilla, una botella de agua y las zapatillas al ladito de la cama para cuando te vayas a dormir. Un hotel muy bonito y un personal súper amable.



Después de coger fuerzas nos vamos hacia el Silk Market. Para comprar en el mercado de la seda hay que tener mucha pero que mucha paciencia. Te cogen del brazo, te aprietan, te persiguen, te chillan, te pegan. Todo con tal de que entres en su tienda y compres.



No hace falta que hables, saben perfectamente de qué nacionalidad eres. Yo sólo oía “hola amiga, mila, mila, tú sólo mila, balato, balato”. El mínimo movimiento de ojos hacia un bolso es captado por estas vendedoras a la velocidad del rayo, saben perfectamente lo que buscas y saben además que vas a caer. Una vez preguntes por un producto o lo toques estás vendido. Empieza el show.

El proceso de compra es realmente agotador. A ellas, el 95% son mujeres, les encanta regatear y lo hacen de maravilla. No se cansan. Hace un teatro impresionante, te llaman tacaño, loco, malo, de todo. Algunas incluso parece que se llegan a enfadar realmente (todo mentira) e incluso te tiran la mercancía a los pies en señal de desprecio.

Estas son las palabras en español que oiréis sin cesar mientras le dan a las teclas de la calculadora y tú a su vez la coges y tecleas precios más bajos:

- Tú tacaño
- Tú loco
- Muy balato
- Ni para ti ni para mi (tú le dices 100 y ella 200 y te salta “ni para ti ni para mi” y te pone 150)
- Que sí que no (mismo mecanismo que el anterior)
- Finito/último (tu precio nunca les convence y te piden que des un último precio)

Pues bien, una vez hayas fijado un precio y no bajes del burro pueden pasar dos cosas:

1. Te dejan marchar y pasan de ti: realmente tu precio no les interesa.
2. Te dejan marchar y cuando vas a medio pasillo te meten un grito que se entera todo el mercado diciéndote que OK, que aceptan tu precio.

Una vez has pagado todo gesto de hostilidad se borra de sus caras, te sonríen y te dicen que eres guapísima. Realmente siempre te vas con la sensación de que te han engañado, pero estás tan cansado que te conformas con el precio.

Estos son los precios que nosotros pagamos:

- Gafas Ray-Ban Waifarer: 5€
- Bolsos Tod’s, Marc Jacobs, Vuitton: 10€
- Maleta tipo Samsonite: 20€
- Monederos, llaveros, neceseres Vuitton: 5€
- Zapatos Vuitton: 20€
- All Star: 6€
- Polos Ralph Lauren: 5€
- Sudadera Abercrombie: 10€
- Camiseta y pantalón del Barça: 10€
- Tangas CK: 3€
- Calcetines CK: 2€
- Corbatas de seda: 2€

Total, una maleta llena de regalitos.

Después de las compras dejamos las bolsas en el hotel y nos fuimos a un restaurante chulísimo. Lleno de chinos a reventar y con unas empanadillas enormes y buenísimas. La cocina era vista y podías ver cómo las hacían. Los chinos para variar no paraban de mirarnos y sonreírnos. Las madres les daban golpecitos a los niños para que nos saludaran. Helloooou! Un circo.

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Nos vamos a dormir porque mañana nos espera otro día de compras.

Desayunamos tranquilamente en un Starbucks y nos dirigimos hacia el mercado de la Perla, así variamos. Esta justo al lado del Templo del Cielo. Es más pequeño que el de la Seda pero las chinas no son tan agobiantes. Está especializado en gadgets. Hay USB de 64Gb. Te los prueban para que veas que es real. No me cuentes como lo hacen pero allí te lo crees. Por supuesto el que compramos ya no funciona… 



Aquí hicimos compras para suegros y cuñados. Después de comprarle monederos a una china me da por hablarle del país y sus costumbres. Le digo que en China hay muchísima gente, que son muchísimos habitantes, me dice que sí pero creo que no me capta . No sé hasta qué punto el ciudadano de a pie es consciente del lugar que ocupa China en el mundo, del poder que están alcanzando y del miedo que tenemos los demás países a que “nos coman”. Me pregunta si tenemos hijos, le digo que no y se extraña. Para ellos es lo normal, “si yo no tengo hijos mamá se enfada” me dice, “los hijos te cuidan cuando eres viejo”. Ahí lleva razón. Es admirable ver como los chinos tratan a sus mayores, como los llevan a todas partes y el cariño con el que los cuidan. El anciano es el sabio y merece un respeto. Nada que ver con nosotros.



Después de la Perla nos fuimos a comer a uno de los restaurantes más famosos de Beijing, el Quanjude Roast Duck. Toda una institución.





Quanjude es un restaurante chino conocido por su Pato Pekín. Fue fundado en 1864 durante la Dinastía Qing en Pekín, China. Cada año, el restaurante les sirve más de 2 millones de patos a más de 5 millones de clientes. 
Un restaurante enorme, típicamente chino, con farolillos y dragones. Un buen servicio y un pato excelente.

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Madrugón y taxi (con taxímetro) hacia el Beijing Capital Airport.

Se acabó nuestro Pekin Express particular y nos vamos de nuevo hacia España. Ha sido un viaje maravilloso.



Curiosidades y consejos sobre China



• Decir que en China se come mal es como decir que en USA sólo se pueden comer hamburguesas. Doy fe de que ambas cosas son falsas. La cocina china es de una riqueza y una tradición milenaria, y le dan muchísima importancia a la comida. Se trata, como siempre que uno viaja, de ir con la mente abierta. Probar, experimentar, oler, disfrutar.

Los restaurantes chinos de España no hacen justicia a la comida china, no son los platos que se comen allí. Ellos, por ejemplo, no conocen “la ensalada china”.

Y para los más escrupulosos hay McDonald’s, KFC, Pizza Hut, etc por todas partes.

• Sí, los chinos son bastante guarrillos. Escupen, eructan y se sacan mocos. Pero son muy “apañaos”.

• Prácticamente nadie habla inglés. Incluso en los hoteles su uso es bastante limitado.

• Los niños no van en carrito, van en brazos y luego andando. No hay ni un carro.

• Los bebés no llevan pañales. Ninguno. Lo hacen todo al natural cuando y donde quieren. Suele llevar pantalones abiertos por delante y por detrás para tal menester.

• En los aeropuertos, tranquilos. Pasan del tema líquidos y no pesan las maletas. 

• No dejareis de oír la palabra “lowai” (extranjero) en todo el viaje seguida de un sonoro: Heeello. Si les contestan se parten de risa.

• Ojo al cruzar las calles. El peatón jamás tiene preferencia, ni con el semáforo en verde.

• Vigilad, de pronto vas andando por la acera y se sube un coche encima.

• Normas de tráfico:
- Me puedo saltar una continua? Por supuesto
- Y una doble continua? Faltaría más!
- Puedo tirar marcha atrás en la autopista si me he equivocado de salida? Evidentemente, cualquiera puede equivocarse.
- Los chinos están todo el rato tocando el claxon. Su nivel de tolerancia al ruido es infinitamente superior al nuestro.

• No entramos en ningún lavabo público. Sudas tanto que no meas. Así de claro. Si tenéis una urgencia, ojo, McDonald’s y KFC tienen lavabo chino, con agujero. Lavabo como el nuestro y bastante decente en Starbucks y Pizza Hut. En los aeropuertos hay de los dos tipos y en el nuestro no suele haber cola porque a ellos no les gusta.

• A los extranjeros no paran de mirarnos, con bastante descaro pero con mucha curiosidad. Te hacen fotos cuando menos te lo esperas. Cuando compras en supers o en tiendas se hacen corrillos para ver lo que compras.

• El tema del perro en los restaurantes lo he visto bastante extendido. Aparece en muchas cartas, sin embargo también he visto a chinos paseando a su perro.

• Los chinos fuman muchísimo y en todas partes. Da igual que haya carteles de prohibición.

• Los chinos no respetan las colas. Hay que vigilar porque se cuelan a saco. Eso sí, si les recriminas no te dicen nada, se van para atrás y punto.

• En muchos centros comerciales, restaurantes y oficinas hemos visto a los empleados antes de entrar a trabajar haciendo un baile con música y coreografía. En plan “motivación para el trabajo”. Es buenísimo.

• Subir y bajar del metro es un show. Lo de dejen salir antes de entrar allí no sirve. Te empujan, te zarandean, se ponen delante de la puerta aunque no vayan a salir y no se apartan.

• Aún así para desplazarnos por las grandes ciudades usamos el metro. Eficaz, limpio y barato (4Y).

• En general son alocados, caóticos e imprevisibles.

A pesar de esto, lo que más me ha gustado de China, son ellos, los chinos. Gente amable, hospitalaria, sencilla. Con una sonrisa sincera, con unas ganas tremendas de practicar el poco inglés que saben para ayudarte y acompañarte. No nos faltó ningún día un “Wellcome to China”. 
Unas ciudades y unos pueblos con una cultura milenaria y misteriosa que apenas te da tiempo a descubrir pero que se antoja maravillosa e interesantísima.

Ahora, cuando entro en mi ciudad en alguno de sus bazares, me siento un poquito más cerca de ellos y les veo de otra manera. Es lo bueno de viajar. Viajar para comprender y entender a los demás. Para saber que no estamos solos en el mundo y nadie es mejor que nadie.

Un país digno de ser visitado, con infinidad de paisajes y contrastes al cual volvería sin duda alguna. Merece mucho la pena descubrir al gigante asiático.
一路平安

Gracepower

6 comentarios:

  1. Me ha encantado y doy fe de tu caida...jaja
    Isabel

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  2. Ays Grace, qué ganitas de ir cuando te leo!! maravilloso diario ;)
    Un besote

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  3. Impresionante relato muy, muy bueno y muy buenas fotos Felicidades a los dos.
    Juan

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  4. A mi tambien me entran ganas de ir!!! fantástico diario grace! ;)

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  5. Me ha encantado tu diario, muy divertido y que ganas dan de conocer China, genial!!!

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  6. ¡Muchas gracias a todos chicos!!!!

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